Comentario
Desde Galicia al Pirineo, por el camino que une los reinos hispanos entre sí y con Europa, por el mismo camino que empiezan a frecuentar con más insistencia los peregrinos a Compostela, y donde se encuentran los centros neurálgicos del poder, se producirán las primeras manifestaciones del románico pleno en la Península. Alguno de estos centros creadores ocupará un puesto preeminente en la definición del nuevo estilo. Entre ellos merecen una especial atención la catedral de Santiago, San Isidoro de León, San Martín de Frómista, San Pedro de Arlanza, Santo Domingo de Silos y la catedral de Jaca.
Por impulso real algunos monjes y obispos inician una absoluta renovación de las viejas reglas monásticas y de la liturgia hispanas, contribuyendo decisivamente en esta labor los monjes cluniacenses. Catedrales como las de Santiago, León y Burgos, o monasterios como Silos, Arlanza, Oña, etc., son gobernados por los reforzadores que no sólo se limitan a la sustitución de las viejas normas de la Iglesia hispana, sino que también construyen edificios que se adapten a las mismas formas que se están utilizando en las tierras de origen de los monjes reformadores. Es tal la modernidad de estos nuevos edificios, que alguno, la catedral de Santiago entre ellos, representa la forma más acabada y precoz de su tipología.